La enfermedad de Lyme, también conocida como Borreliosis, tal como cuenta el artículo sobre la Salud en Diario Crítico, es difícil de diagnosticar, pues sus síntomas son similares a los de muchas otras enfermedades. Esto es grave pues, si no es tratada a tiempo, puede causar daños irremediables en las articulaciones.
La Enfermedad de Lyme, ocasionada por la mordedura de la garrapata de patas negras o garrapata del ciervo, es una enfermedad bacteriana y degenerativa causada por la bacteria “Borrelia burgdorferi”, la cual se aloja en la garrapata y llega al ser humano a través de la piel.
La población más vulnerable son personas que habitan o trabajan cerca de zonas de abundante vegetación o tienen constante contacto con animales. Es posible prevenirla usando repelente para insectos, manteniendo control de plagas si se retira a la garrapata en menos de 36 horas.
Esta enfermedad consta de tres fases, siendo la última la más crítica y la más difícil de tratar.
Las Articulaciones en la Enfermedad de Lyme
En la fase tardía, uno de los síntomas que se presenta es la artritis, una condición que va degenerando las articulaciones. Por ejemplo, si la rodilla llega a verse afectada, para curarla será necesario un tratamiento para regenerar el cartílago de rodilla.
Otros síntomas graves son los problemas neurológicos y cardiacos. Los primeros síntomas van desde salpullido hasta fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y fatiga.
Si el cartílago se desgasta, genera dolor e hinchazón. Los cartílagos son tejidos ubicados en las articulaciones, recubriendo los huesos que las conforman. Su trabajo es evitar que estos rocen entre sí, siendo protector, y permite total movilidad porque es un tejido flexible.
El dolor es producido porque los huesos rozan al no tener el cartílago protector. Si no se trata a tiempo, aunque la bacteria de la Enfermedad de Lyme sea eliminada del organismo, la artritis persiste.
¿Cómo pueden repararse los cartílagos?
Gracias a la Medicina Regenerativa existe una terapia que permite regenerar el cartílago de la rodilla y de cualquier otra articulación. Estas son llamadas Terapias de Células Madre, y fomentan la auto-curación del organismo.
Las Células Madre son células diferenciales, es decir, pueden adaptarse a cualquier tipo de tejido, de huesos, de órganos o de cartílagos. Y gracias a su función protectora y regenerativa, reconstruye los tejidos dañados, sanando, en este caso, la articulación, o cualquier zona afectada por una lesión o enfermedad.
La terapia consiste en extraer plasma autólogo del fémur del paciente. Este plasma es rico en plaquetas y células madre. Después, este líquido es reimplantado en el cartílago desgastado, y una vez dentro, las células empiezan a reparar el daño.
Una de las ventajas de la terapia celular, es que es de bajo riesgo, no genera dolor y se realiza con anestesia. Es muy poco probable que el organismo rechace el procedimiento porque son células de sí mismo, esto garantiza una pronta recuperación e impide el avance de cualquier enfermedad.
Cabe destacar que la Medicina Regenerativa no busca reemplazar a la Medicina Tradicional, estas se complementan para garantizar la salud de todos los pacientes.